La edad de la Belleza

El instante de belleza existe en todo lo que uno hace. Es un destello no más, quizás una lluvia fina y dorada o un chapuzón, depende. Es un instante en que sucede lo inefable. Sí, hay veces que caminamos con gracia. Puede ser un momento de paciencia en el que comprendes al otro, y de pronto ya no te molesta, sino que lo quieres. Puede ser una imagen, que al verla activa nosequétransmisores en nosequéestructuras que te hacen llorar sin haberlo previsto. Puede ser una sensación de orden, que más que simetría es la proporción adecuada de cada una de las cosas. Así, como la vida misma, que no es ni demasiado loca ni demasiado aburrida, sino que mantiene su dosis justa de incertidumbre, seguridad y reto, que hace que sea estimulante y de placer. Como cuando veo unos ojos recién nacidos o una mujer disimulando un calentón.

Hay belleza en cada cosa que miras, porque lo bello es lo que existe.

La belleza es lo que sucede cuando descubres lo que sucede al respetar el tempo natural de la vida, cuando te dejas hacer el amor por ella, y te descubres vulnerable y nueva.

La belleza es filosofía de vida, un acto de rebeldía, es única en cada experiencia, es libre, es precognitiva. La belleza impregna todo de un halo de naturalidad y lo natural es espontáneo, y lo espontáneo libre. La belleza no tiene nada que ver con la imagen, más bien con un modo respirar. Es lúdica, hedónica, sencilla, creativa y libre. Así como nos quiero. 

La belleza implica una acción en el mundo, la completación de la existencia. 

Ha llegado el tiempo, es la edad de la belleza.